Aprovechando que el martes se celebró el Día Mundial contra el Cáncer, queremos resaltar la importancia de los anticuerpos monoclonales para el tratamiento de esta enfermedad:

En los últimos años, el uso de anticuerpos monoclonales para el tratamiento del cáncer se ha posicionado como una de las estrategias de mayor éxito para el tratamiento de tumores tanto hematológicos como sólidos. La combinación inicial de técnicas serológicas para descubrir los antígenos de la superficie celular del cáncer, la tecnología de hibridoma desarrollada por Köhler y Milstein y herramientas analíticas como la clasificación de células activadas por fluorescencia (FACS), condujo a una serie de ensayos clínicos muy significativos, allanando el camino a los anticuerpos de nueva generación y el posterior éxito clínico.

 

Ventajas y dificultades de los anticuerpos monoclonales para el tratamiento del cáncer

La ventaja fundamental de este tipo de tratamiento es que los anticuerpos monoclonales son un tipo de terapia dirigida que se caracteriza por su especificidad para unirse a moléculas específicas producidas por el tumor o su entorno, causando la muerte de las células cancerosas a través de diversos mecanismos que os explicaremos más adelante. Por lo que, debido a esta especificidad, se pueden evitar los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia, ya que actúan como “misiles dirigidos” hacia las células cancerosas.

Además, se ha estudiado como la optimización de la respuesta inmune antitumoral modificando la región Fc también ha supuesto una contribución importante a la eficacia clínica. De manera que, la regulación de la interacción del sistema inmune y de las células tumorales a través de la dirección de los receptores de células T, se ha convertido en una nueva y poderosa terapia para el tratamiento de tumores, y para la mejora la eficacia de las vacunas contra el cáncer.

La dificultad de esta técnica reside en la elección de un antígeno tumoral, ya que debe estar dirigido y ser adecuado para un tumor concreto y su tratamiento, y esto requiere un análisis exhaustivo de la expresión tumoral y la expresión tisular normal, además de comprender el papel biológico del antígeno concreto en el crecimiento tumoral.

 

Tipos de anticuerpos monoclonales y sus mecanismos de acción en tumores:

Tras numerosos estudios basados en la técnica explicada anteriormente, en 1997 se lanzó Rituximab, el primero de los anticuerpos monoclonales para el tratamiento del cáncer, concretamente para el linfoma no Hodgkin (aunque también se utiliza en la artritis reumatoide y la leucemia, entre otros). Este hecho marcó el comienzo de la era de las llamadas terapias dirigidas para el tratamiento del cáncer.

Actualmente hay 27 anticuerpos monoclonales aprobados para su uso en diferentes tipos de cáncer, lo que representa un gran avance en el manejo de esta enfermedad.

 

¿Cuáles son los mecanismos que utilizan estos anticuerpos?

 

1. Unión a ciertas moléculas liberadas por los tumores.

Estas moléculas constituyen una señal que provoca la activación de ciertos mecanismos biológicos necesarios para que el tumor continúe creciendo y extendiéndose. La unión de un anticuerpo específico bloquearía su crecimiento.

Este es el caso del Bevacizumab, un anticuerpo monoclonal humanizado que se une al factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF). Este factor es el responsable de la formación de nuevos vasos sanguíneos en el tumor. Después de unirse a este factor, el Bevacizumab previene la formación de nuevos vasos sanguíneos, lo que provoca que se reduzca el crecimiento del tumor ya que disminuye el suministro de sangre y nutrientes al mismo.

 

2. Unión por un extremo a moléculas específicas de la superficie del tumor y a las células del sistema inmunitario por el otro extremo.

Esta unión provoca la acumulación de una gran cantidad de células inmunes alrededor del tumor, principalmente macrófagos y células asesinas (NK), lo que puede llevar a la muerte de las células cancerosas.

Un ejemplo de este mecanismo es el Trastuzumab, un anticuerpo monoclonal humanizado que, entre otras funciones, se une a una molécula producida en grandes cantidades por algunos tumores de mama (factor de crecimiento epidérmico humano o Her2).

 

3. Unión a los receptores de células tumorales

Esta unión desencadena la activación de la cascada del complemento, que es un mecanismo de defensa cuya función principal es la eliminación de patógenos de la circulación mediante tres posibles vías de activación: clásica, alternativa y de las lectinas. Esto provoca que se rompa la membrana celular de las células tumorales, causando así su muerte.

El Rituximab utiliza este mecanismo de acción en el linfoma no Hodgkin, mediante la unión al receptor CD20 de las células B alteradas, facilitando que el complemento las destruya.

 

4. Estimulación de las células del sistema inmunitario.

Como hemos comentado, los anticuerpos monoclonales también se pueden usar para modular la respuesta inmune. En este caso, los anticuerpos monoclonales pueden estimular las células del sistema inmune mediante su unión, en lugar de unirse al tumor.

Los anticuerpos que realizan este proceso son Ipilimumab o Nivolumab.

 

En resumen, los anticuerpos monoclonales para el tratamiento del cáncer representan una gran oportunidad gracias a su especificidad y su uso continuará expandiéndose en el futuro a medida que la ciencia descubra nuevos objetivos en las células cancerosas.

 

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