Los anticuerpos son proteínas ampliamente utilizadas tanto en investigación, como en diagnóstico, para la detección de moléculas. Sin embargo, con los avances científicos, sus usos han cambiado. Hemos pasado, de utilizarlos in vitro para testar muestras, o ubicar proteínas en tejidos y células, a aplicarlos en técnicas in vivo directamente en animales de laboratorio. De esta forma, los anticuerpos para uso in vivo son capaces de representar de una manera mucho más precisa el efecto biológico de una molécula concreta.
Cabe destacar, que los anticuerpos para uso in vivo, han de cumplir una serie de características, que los hacen aptos para este uso, como por ejemplo su elevada pureza.
Tipos de anticuerpos para uso in vivo disponibles
- Anticuerpos clásicos in vivo: estos anticuerpos tienen una alta pureza (>95%) y niveles muy bajos de endotoxina (<2 EU/mg), con el objetivo de evitar respuestas inmunitarias no deseadas que causen efectos adversos o comprometan los resultados de la investigación. Además, no contienen estabilizantes, conservantes o proteínas portadoras que puedan interferir en los ensayos, y están libres de azidas y patógenos murinos.
- Anticuerpos clásicos in vivo plus: estos anticuerpos se diferencian de los anteriores por garantizar la ausencia de una batería de patógenos que podrían causar una reacción inmune en el organismo a utilizar. Esto, nos garantiza que los resultados se deben a la interacción del anticuerpo por en huésped, eliminando posibles desviaciones.
- Anticuerpos recombinantes: en comparación con los anticuerpos monoclonales, los anticuerpos recombinantes presentan menores niveles de endotoxina de base (<1 EU/mg), así como una mejor consistencia entre lotes y reproducibilidad de los datos, ya que no son susceptibles a la deriva genética, la pérdida de genes y las mutaciones. También poseen una menor inmunogenicidad en animales y, por ende, una mejor actividad in vivo gracias a que contienen regiones constantes IgG de ratón o humanas, en lugar de regiones constantes de rata o hámster, como en el caso de los anticuerpos monoclonales.
- Anticuerpos biosimilares: los anticuerpos biosimilares son anticuerpos que imitan a la inmunoterapia, tratamiento novedoso sobre todo para tratar cáncer en humanos. Los anticuerpos biosimilares, se utilizan únicamente para investigación, es decir, no pueden ser utilizados con fines terapéuticos. Los anticuerpos biosimilares contienen <0,5 EU/mg de endotoxina, tienen niveles menores del 5% de agregación proteica y están validados para su unión específica al antígeno mediante inmunoblot. De esta manera, permiten estudiar los efectos que tienen las inmunoterapias, en animales de laboratorio.
- Controles de isotipo: estos anticuerpos se utilizan como control negativo en los ensayos, y están preparados para su uso in vivo ya que, al igual que los anticuerpos monoclonales, recombinantes y biosimilares, presentan un grado elevado de pureza y carecen de conservantes, estabilizadores y proteínas portadoras. La utilización de los controles de isotipo se ha puesto muy de moda en los últimos años, ya que suponen un control fundamental para validar los resultados experimentales obtenidos del uso de alguna de las variantes anteriormente comentadas de anticuerpos in vivo.
La oferta es amplia, existiendo diferentes tipos y fabricantes. Sin embargo, es de especial importancia escoger el anticuerpo in vivo que mejor se adapta a las necesidades de cada investigación; así como marcas reputadas con publicaciones que la respalden.